La transformación de Andrés Felipe Martínez, inolvidable Malcom Ríos en Pasión de Gavilanes, impacta: del estrellato en la pantalla a manejar y entregar paquetes en Estados Unidos con una energía admirable. Su historia resuena con fuerza en el mundillo del espectáculo y más allá, porque deja ver cómo se reinventa un artista cuando la vida lo exige.
En una entrevista con Lo sé todo Colombia, el actor contó cómo sorteó momentos complejos, cargando cajas de hasta 100 libras, limpiando y enfrentado al reto diario de una economía cambiante. El motivo que lo impulsó a dar el salto no fue otro que su divorcio y la urgencia de cuidar a sus hijos, Pablo, Isabella y Gabriel, quienes se quedaron en Colombia.
Martínez no duda: “Aquí se vive para trabajar. Trabajas, duermes, trabajas, duermes… y sin familia, es muy duro. Hay mucha soledad”, reconoció, resaltando el sacrificio que conlleva estar lejos de los suyos. Sin embargo, valora cada centavo de sus dos cheques mensuales, porque gracias a ellos puede enviar recursos y alimento a sus pequeños: “eso vale más que cualquier otra cosa”.
A sus 63 años, este actor de telenovelas como La mujer en el espejo y Pedro el Escamoso sigue recibiendo cariño en la calle, donde la gente lo reconoce y pide fotos pese a su oficio actual. “La verdad, no me duele el ego porque estoy haciendo lo necesario para sacar adelante a mis hijos. Y eso es más valioso que cualquier fama o reconocimiento”, enfatiza. Aunque la actuación le sigue latiendo, su prioridad hoy es la estabilidad, el amor a distancia por sus hijos y la gratitud por la oportunidad de seguir hacia adelante.
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