Durante 30 años, una familia venezolana vivió bajo la sombra de incertidumbre y el dolor, luego de reportar la desaparición de Morella, una joven de apenas 18 años.
Aquel terrible día de 1998, la adolescente tomó la decisión de abandonar su hogar, con apenas unas bolsas que contenían sus pertenencias y la ilusión de iniciar una nueva vida junto al hombre que creía amar.
No obstante, nunca imaginó que ese paso la sumiría en una pesadilla que se prolongaría por más de dos décadas, convirtiéndose en una víctima silenciada y recluida.
La historia de Morella: el engaño y el inicio del tormento
Lo que Morella concibió como el inicio de un apasionado romance y la lucha por su amor se transformó, en un brutal calvario.
El 23 de diciembre de 1998, su vida se ligó al nombre de Matías Salazar Moure. Este hombre, que la había "envuelto" con promesas y palabras bonitas para alejarla de su círculo, demostró su verdadera y aterradora faceta apenas Morella llegó al terminal de Valencia, en Carabobo.
En lugar de un reencuentro amoroso, la joven se enfrentó a un individuo violento que la raptó de inmediato, llevándola a un apartamento en Maracay donde comenzaría su prolongado infierno.
El relato de Morella a medios como Crónica Uno destapó la manipulación inicial. Fue raptada y recluida en un departamento en la avenida Constitución de Maracay, por su novio de 23 años. Allí, detrás de gruesas persianas que le negaron la luz del sol y el contacto con el mundo exterior, Morella fue víctima de una constante secuencia de maltratos, golpizas brutales, amenazas y abusos sexuales inimaginables.
Una familia consumida por la ausencia
Mientras Morella sufría en cautiverio, su familia vivía un prolongado luto en vida. El sobrino de la víctima, Oscar Hernández, narró a medios internacionales cómo la familia llegó a cuestionar si Morella se había "vuelto loca" o si, incluso, seguía con vida, ya que no había ningún rastro: ni una llamada, ni una compra, ni un indicio de su existencia.
En dos ocasiones, vecinos alertaron a la policía por ruidos provenientes del apartamento, pero el miedo infundido por Matías era tan profundo que Morella se limitaba a asegurar en voz baja que todo estaba bien, forzando a las autoridades a retirarse.
Matías, por su parte, evadía las preguntas de los vecinos, justificando la presencia de Morella como si fuese una "empleada doméstica".
Intentos fallidos y control asfixiante
A pesar del terror, Morella reveló que en dos oportunidades intentó abrir la puerta con unas llaves que Matías había dejado, pero que no correspondían a la cerradura principal.
Al descubrir los intentos de fuga, el victimario la sometió a palizas brutales. El control de Salazar Moure era absoluto, limitando sus visitas para llevar comida y agua.
Un vecino anónimo describió la miseria del cautiverio: la mujer "estaba nerviosa, tenía tres mudas de ropa allí dentro de ese apartamento, unos zapatos viejos. Una cama individual casi en el piso, un ventilador viejito, un televisor viejo. Un sofá viejo".
La liberación de Morella, a la edad de 49 años, ocurrió el 24 de enero de 2020. En un giro del destino, Matías Salazar Moure olvidó las llaves correctas, permitiendo a la víctima, esta vez sí, abrir la puerta y la reja. "Yo solo le pedí dos cosas a Dios: que las llaves abrieran y que no salieran los vecinos", relató Morella, consciente de que un fracaso la hubiera condenado a otra paliza segura.
A pesar de los graves signos de desnutrición y su fragilidad emocional, Morella caminó por dos horas en búsqueda de ayuda.
¿Qué sucedió con el agresor?
Tras el escape de Morella, las autoridades venezolanas iniciaron las acciones pertinentes. Matías Enrique Salazar Moure, conocido como el "Monstruo de Maracay", fue detenido pocos días después del escape de su víctima.
Salazar Moure fue aprehendido en el estado Carabobo, Venezuela, luego de que Morella lo denunciara por secuestro, violencia sexual y maltrato.
La Fiscalía General de la República de Venezuela, encabezada por Tarek William Saab, informó públicamente sobre la detención y el proceso. Los cargos en su contra incluyeron violencia sexual, esclavitud sexual, violencia psicológica y privación ilegítima de libertad.
La justicia venezolana lo encontró culpable y fue condenado a 17 años y dos meses de prisión en el año 2020, cuando contaba con 52 años de edad.
También se conoció que Matías fue condenado por el caso de otras dos víctimas, entre ellas, su hija de 20 años de edad.
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