Hablar de telenovelas en los años 2000 es hablar de Mario Cimarro. Su nombre quedó grabado en la memoria colectiva gracias a papeles protagónicos en Pasión de gavilanes, Gata salvaje y El cuerpo del deseo. Con su melena rebelde y un carisma magnético, Cimarro se convirtió en el “galán eterno” de las pantallas, generando audiencias millonarias y un fervor que cruzó fronteras.
Sin embargo, lo que parecía ser una carrera ascendente sufrió un quiebre inesperado. Diferencias con productores, especialmente con Telemundo, dejaron a Cimarro fuera de nuevos proyectos televisivos, y desde entonces su presencia en las telenovelas fue disminuyendo hasta volverse esporádica.
Del set a la vida privada
Tras años de éxito, Cimarro optó por priorizar su vida personal. Se estableció en Los Ángeles, Estados Unidos, donde ha mantenido un perfil bajo. En lugar de sets y cámaras, sus seguidores lo ven rodeado de paisajes naturales o compartiendo poemas y reflexiones en redes sociales.
Lejos de los reflectores, el actor cubano decidió enfocarse en un rol más íntimo: el de hijo y padre. En 2021 reveló que su madre padecía Alzheimer y que dedicaba gran parte de su tiempo a cuidarla, un gesto que conmovió a sus fanáticos, quienes lo apoyaron en esta etapa difícil.
La faceta familiar: un nuevo comienzo
El mayor giro en su vida llegó en agosto de 2022 con el nacimiento de su hija Briana, fruto de su relación con la modelo eslovaca Bronislava Gregušová. A sus 51 años, Cimarro celebró con entusiasmo su paternidad, compartiendo fotos de la bebé y describiendo el momento como “la bendición más grande”.
La llegada de Briana le dio un nuevo sentido a su vida, alejándolo todavía más del ruido mediático. En redes sociales, Mario aparece como un padre orgulloso, disfrutando de esta nueva etapa que muchos consideran su “verdadera novela de amor”.
Rumores, vetos y silencios
Parte de la intriga alrededor de Cimarro ha sido su relación con Telemundo. El actor denunció en el pasado que la cadena lo habría marginado por apoyar a un compañero que reclamaba mejores condiciones laborales. Ese episodio marcó su salida de varios proyectos y lo dejó en una especie de limbo profesional.
Aunque nunca confirmó un retiro oficial, Cimarro no volvió a protagonizar telenovelas del calibre de sus primeros éxitos. Para algunos críticos, fue un actor talentoso al que las disputas con la industria le pasaron factura; para otros, simplemente eligió otra manera de vivir la fama.
La imagen de galán, intacta
A sus 52 años, el actor conserva el atractivo físico que lo convirtió en símbolo televisivo. Fotografías recientes demuestran que su estilo sigue intacto, y no faltan los comentarios de fans que lo califican como “eternamente joven”. Esta vigencia estética ha alimentado rumores de un posible regreso a las pantallas, aunque él no ha confirmado proyectos concretos.
Hoy, Mario Cimarro se mueve entre dos mundos: la nostalgia de quienes lo recuerdan como el Juan Reyes de Pasión de gavilanes y la serenidad de un hombre que ha encontrado plenitud fuera de los sets.
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