“No me quiero ir de aquí”, el show con el que Bad Bunny se adueñó del Coliseo de Puerto Rico, ha generado titulares inesperados: esta vez no por sus lujosos invitados ni por las sorpresas del repertorio, sino por el público sordo que bailó, gozó y hasta perreó cada canción gracias a los intérpretes de lengua de señas.
Intérpretes que se roban la tarima
Lejos de pasar desapercibidos, los traductores se transformaron en verdaderas estrellas. Con movimientos llenos de energía y gestos teatrales, llegaron a robarle más de una mirada al propio Benito. Videos del público muestran a los fans grabando no solo al artista, sino también a los intérpretes, que convertían cada tema en una experiencia visual cargada de intensidad.
Fans sordos en primera fila
Para la comunidad sorda de Puerto Rico, unas 200 mil personas según cifras oficiales que compartió El Diario, lo que ocurrió fue un triunfo largamente esperado. Muchos confesaron que era la primera vez que podían disfrutar un concierto urbano en igualdad de condiciones. Una joven, Zoé Marie Rodríguez, reveló emocionada que no solo sentía la vibración de los bajos en su cuerpo, sino que por primera vez entendía con claridad lo que decía su ídolo.
Aunque no hubo discursos políticos ni grandes anuncios, el Conejo Malo volvió a marcar agenda. Sin planearlo, convirtió su residencia en un espacio inclusivo que ahora es ejemplo para la industria musical.
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