La temporada de Halloween 2025 llega acompañada de un escenario económico que pone a temblar a los comerciantes minoristas.
A pesar de que se espera un gasto récord de 13.100 millones de dólares, según la Federación Nacional de Minoristas (NRF, por sus siglas en inglés), los dueños de tiendas luchan contra el impacto directo de los aranceles impuestos por Donald Trump, la inflación y el encarecimiento generalizado de los productos.
Este triple golpe amenaza con provocar cierres de tiendas y afectar la tradicional fiesta del consumo más colorida del año.
Aranceles, precios en alza y ventas bajo presión
En comparación con los 11.600 millones de dólares gastados en 2024, la cifra proyectada para 2025 parece optimista.
Sin embargo, los datos de la NRF revelan que el 79 % de los compradores anticipa precios más altos este año, impulsados directamente por los nuevos aranceles y el incremento de costos logísticos y de importación.
Los comerciantes más pequeños sienten el peso de las medidas proteccionistas. Muchos dependen de productos importados de Asia, especialmente disfraces, decoraciones y accesorios que, con los nuevos gravámenes, llegan con sobreprecios de hasta 30 %.
En ciudades como La Mesa, California, tiendas locales como Gypsy Treasure resisten el impacto recurriendo a proveedores nacionales, pero reconocen que la presión se siente en cada pedido.
“La mayoría de las empresas a las que les hacemos pedidos están en Estados Unidos. No nos vimos muy afectados... pero los precios suben por todas partes”, explicó Joelle Martenson, copropietaria del comercio.
Un Halloween récord en gasto… y en incertidumbre
Aunque los consumidores estadounidenses mantienen viva la tradición del disfraz y las compras por impulso, los costos de producción y transporte podrían reducir los márgenes de ganancia para miles de minoristas.
Los analistas advierten que, si los aranceles continúan, el auge de Halloween podría transformarse en una crisis de inventario y cierres de tiendas.
Con la economía aún adaptándose a las políticas comerciales y a la inflación persistente, esta temporada será una prueba para la resiliencia del comercio minorista.
Detrás de los disfraces, calabazas y luces de neón, se libra una batalla silenciosa por la supervivencia del pequeño negocio estadounidense.
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