El venezolano que volvió a la tierra en Ribera del Duero

Arnoldo participó en proyectos de vialidad agrícola y obras de infraestructura rural en Venezuela

El venezolano que volvió a la tierra en Ribera del Duero

En un momento en que muchos profesionales buscan alejarse del campo, Arnoldo Matheus decidió volver a él.

Ingeniero civil de formación, con raíces profundas en la tradición agrícola venezolana, Matheus encontró en la tierra no solo su vocación original, sino también la fuente de un modelo de negocio que une calidad, identidad y sostenibilidad. Hoy, su historia —que comenzó entre cultivos de maíz y sorgo en el llano venezolano— tiene su capítulo más reciente en las Riberas del Duero, una de las regiones vitivinícolas más emblemáticas de España.

“La tierra nunca deja de llamar a quien realmente la escucha”, dice Arnoldo con una mezcla de humildad y convicción. “Desde joven mi camino estaba en el campo, y siempre vi en la agricultura una forma de transformación y de creación de valor.”

 

Del llano venezolano a los viñedos europeos

Su historia profesional comenzó lejos del vino. Como ingeniero, Arnoldo participó en proyectos de vialidad agrícola y obras de infraestructura rural en Venezuela, convencido de que mejorar la conexión con el campo era clave para el desarrollo del país.

Esa experiencia técnica, unida a su tradición familiar por la agricultura, lo llevó a convertirse en productor agrícola en el estado Barinas, donde durante más de quince años cultivó maíz y sorgo, aplicando métodos de mejora en rendimiento y calidad del producto.

“Cultivar me enseñó más sobre gestión, riesgo y sostenibilidad que cualquier escuela de negocios”, comenta. “Entendí que el éxito no está solo en la productividad, sino en el respeto por los ciclos de la tierra y el clima.”

Esa visión, desarrollada a lo largo de años de trabajo directo en el campo, se convirtió en la base conceptual de lo que más tarde sería su Modelo “Campo–Producto–Mercado”, un enfoque que hoy aplica al desarrollo de marcas agrícolas y vitivinícolas globales.

 

La transformación en Ribera del Duero

Su incursión al mercado español marcó una nueva etapa. Primero, colaboró como consultor en proyectos vitivinícolas, colaborando con bodegas locales a fortalecer su identidad de marca, procesos del campo y distribución del producto.

Poco después, decidió dar un paso más fundando viñedos, bajo un proyecto enfocado en viticultura de precisión en el corazón de Ribera del Duero.

Desde allí, impulsó la transformación de fincas agrícolas tradicionales en viñedos de alta calidad, apostando por clones selectos, los mismos utilizados por las bodegas más prestigiosas de la región.

Además, promovió la adopción de prácticas ecológicas y sostenibles, priorizando la salud del suelo y la biodiversidad del entorno.

“No se trata solo de producir uva”, explica Arnoldo. “Se trata de construir futuro desde la tierra, de entender que el vino es la expresión más pura de un territorio. Cada decisión —desde el clon que eliges hasta el manejo del viñedo— cuenta una historia.”

 

Entre dos mundos, una misma raíz

La dualidad entre Venezuela y España no es casualidad en su historia. Para Arnoldo, su experiencia en los campos de Barinas y los viñedos de Ribera del Duero representan dos caras del mismo aprendizaje: el poder de la tierra como motor de transformación.

En ambos contextos, su trabajo ha estado guiado por una misma convicción: la calidad nace en el origen y se consolida con propósito.

Hoy, Matheus combina su labor agrícola con la consultoría estratégica para colaborar con el desarrollo de marcas de vino y licores para expandirse internacionalmente.

Pero incluso desde esa posición global, insiste en que todo comienza donde empezó su propia historia: en el campo.

“Hay un viaje circular: de la tierra al mundo, y del mundo otra vez a la tierra”, afirma. “Creo que el futuro de los negocios —y de las marcas auténticas— depende de entender esa conexión.”

 

El símbolo de lo posible

Desde los llanos venezolanos hasta los valles del Duero, la historia de Arnoldo Matheus resume un camino de vocación y propósito.

Su travesía demuestra que el reencuentro con el campo no es sino otra forma de avanzar hacia una manera más consciente y duradera de construir valor.

Hoy, mientras recorre los viñedos de Curiel de Duero, observa con la misma vocación de quien alguna vez sembró maíz bajo el sol de Barinas. “La distancia geográfica es inmensa, pero el espíritu es el mismo.”

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