El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que afecta principalmente la memoria, el pensamiento y el comportamiento. Es la forma más común de demencia y suele comenzar de manera gradual, con olvidos leves, para luego avanzar hacia una pérdida severa de funciones cognitivas, lo que interfiere con la vida diaria del paciente. La causa exacta del Alzheimer aún no se conoce completamente, pero se asocia con la acumulación anormal de proteínas en el cerebro, como las placas de beta-amiloide y los ovillos de tau.
Aunque el Alzheimer afecta en su mayoría a personas mayores de 65 años, no es una parte normal del envejecimiento. También puede presentarse en personas más jóvenes, en casos poco comunes conocidos como Alzheimer de inicio temprano. Factores como la genética, antecedentes familiares, estilo de vida y condiciones de salud como la hipertensión o la diabetes pueden influir en el riesgo de desarrollarlo.
Mejorar la memoria y evitar la demencia
La Universidad de Harvard recomienda una rutina de ejercicios regular y variada como una estrategia eficaz para prevenir el Alzheimer y mantener la salud cerebral en general. Según la Escuela de Medicina de Harvard, el ejercicio aeróbico es especialmente beneficioso, ya que mejora el flujo sanguíneo al cerebro y estimula la liberación de sustancias químicas que promueven la salud de las células cerebrales.
Una rutina recomendada incluye al menos 150 minutos de actividad aeróbica moderada por semana, como caminar a paso ligero, nadar, andar en bicicleta o bailar. Harvard también sugiere incorporar ejercicios de fortalecimiento muscular dos veces por semana, como el uso de pesas o bandas elásticas, y actividades de equilibrio y flexibilidad, como yoga o tai chi, que ayudan a reducir el riesgo de caídas en adultos mayores.
Además del beneficio físico, el ejercicio también puede mejorar el estado de ánimo, reducir el estrés y favorecer un mejor sueño, factores que están relacionados con un menor riesgo de deterioro cognitivo. La combinación de actividad física, una dieta saludable, estimulación mental y conexión social forma parte de un enfoque integral para proteger la salud cerebral.
Según el Dr. Scott McGinnis, neurólogo de la Escuela de Medicina de Harvard, “las personas físicamente activas tienen un menor riesgo de deterioro cognitivo y demencia en comparación con aquellas que son sedentarias”.
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