La WNBA se vio envuelta en un escándalo que tomó un giro inesperado. Lo que parecían ser actos aislados de algunos aficionados resultó ser una campaña de marketing planeada por los creadores de una nueva criptomoneda llamada "Green Dildo Coin". El grupo, que se negó a contratar a influencers, buscaba una forma más notoria de generar publicidad.
La polémica se intensificó a partir del 29 de julio, con al menos seis partidos de la WNBA en diferentes ciudades interrumpidos por objetos lanzados desde las gradas. El último incidente ocurrió el 5 de agosto en un juego entre Phoenix Mercury y Connecticut Sun, donde un objeto impactó a un espectador que asistía con su sobrina de 9 años.
Según un portavoz del grupo, la intención no era atacar a las jugadoras ni al deporte femenino, sino provocar una interrupción en los juegos que captara la atención de los medios. A pesar de la confesión, el colectivo ha negado tener relación con los dos detenidos por los lanzamientos, asegurando que su estrategia solo consistía en incitar a otros a cometer los actos.
La WNBA ha condenado enérgicamente estos actos, pues ponen en riesgo la seguridad de las jugadoras, espectadores y familias. La liga ha reforzado sus protocolos de seguridad para evitar que estos objetos lleguen a la cancha, al tiempo que trabaja con las autoridades para identificar a los responsables.
El caso ha generado un debate sobre los límites éticos de las campañas de marketing extremas. La controversia plantea una seria pregunta sobre la moralidad de promocionar productos o servicios a través de actos que afectan la seguridad y la experiencia de los aficionados en eventos deportivos.
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