Hasta hace poco tener una hoja de vida en la que se destacaran estudios en las mejores universidades, diplomados, especializaciones, maestrías o cursos, pesaba mucho a la hora de las contrataciones. En la actualidad eso ha cambiado y debes prepararte para ello.
Olvida el currículum brillante o el nombre de la universidad en la que estudiaste: en la era del trabajo mezclado con inteligencia artificial, la habilidad que más pesará en una entrevista y en una promoción no será técnica pura, sino tu inteligencia emocional (EQ). Esta capacidad para entender y gestionar las propias emociones y las de los demás está escalando posiciones en los listados de “habilidades más demandadas”.
La inteligencia emocional no es un adorno soft para el CV: es un conjunto de competencias prácticas. Incluye autoconciencia (reconocer lo que sientes), autorregulación (manejar respuestas emocionales), empatía (captar los estados afectivos de otros) y habilidades sociales (comunicarse y colaborar eficazmente). Estas capacidades permiten resolver conflictos, liderar equipos y mantener la productividad aun cuando la presión sube.
¿Por qué EQ supera al talento “puro” o al pedigree universitario?
Los empleadores están descubriendo que es relativamente sencillo enseñar o contratar habilidades técnicas: lo difícil es conseguir personas que sepan trabajar en equipo, negociar emocionalmente y mantener la motivación colectiva cuando los procesos se automatizan.
Según análisis recientes sobre el futuro del trabajo, como el publicado en The Harvard Gazette competencias emocionales como la motivación, la autoconciencia y la escucha activa figuran entre las más valoradas, justo al lado del pensamiento analítico. En pocas palabras: la técnica gana proyectos; la inteligencia emocional los hace prosperar.
¿Qué impacto tendrá esto en los empleos del futuro?
· Contratación: los procesos de selección evolucionarán hacia pruebas situacionales que evalúen respuesta emocional y colaboración.
· Liderazgo: los líderes que sepan regular sus emociones y fomentar confianza serán más efectivos frente a la incertidumbre tecnológica.
· Productividad híbrida: en entornos remotos y con IA, la conexión humana será el factor diferencial para retener talento y evitar la desmotivación.
Curiosamente, la masiva adopción de IA refuerza la necesidad de EQ. Las máquinas replican procesos y análisis; no generan empatía auténtica ni manejan dinámicas humanas complejas. Por eso, en un mundo donde los asistentes virtuales pueden resolver consultas técnicas, las interacciones humanas —negociaciones, mentoring, gestión de crisis— exigirán sensibilidad emocional para distinguir a quienes dirigen con eficacia.
¿Cómo desarrollar la cualidad que te abrirá puertas?
La buena noticia: la EQ se puede trabajar. Algunas prácticas con impacto real:
1. Autoobservación diaria: dedica 5 minutos a identificar emociones clave tras reuniones intensas.
2. Entrenamiento de escucha activa: ensaya reflejar lo que dice el otro antes de responder.
3. Prácticas de regulación: técnicas sencillas como la respiración diafragmática funcionan para calmar reacciones impulsivas.
4. Feedback estructurado: pide devoluciones concretas sobre tu impacto emocional en el equipo.
Estas tácticas no eliminan la necesidad de conocimientos técnicos, pero multiplican su valor: un profesional competente técnicamente y emocionalmente inteligente será el elegido para liderar proyectos complejos y equipos diversos, se desprende de una entrevista a Ron Siegel, profesor adjunto de psicología en la Universidad de Harvard, publicada enThe Harvard Gazette.
Foto Cortesía de Freepik
Visita nuestra sección: Internacionales
Para mantenerte informado sigue nuestros canales en Telegram, WhatsApp y Youtube.