Alfredo Linares, un inmigrante sin papeles que vivió en Los Ángeles durante 20 años, tomó una decisión drástica junto a su esposa, Reagan Klein, ciudadana estadounidense: autodeportarse a México.
En declaraciones ofrecidas a Telemundo 52, el migrante relató cómo después de agotar todas las opciones legales para regularizar su situación, optó junto a su pareja por abandonar el país que consideraban su hogar.
Con lágrimas en los ojos y visiblemente emocionado, Linares aparece en un video despidiéndose de Estados Unidos. “(Estoy) nerviosismo, miedo si llegara a pasar algo, que gracias a Dios no pasó, como le voy a decir a ella (su esposa)”, expresó.
Desapago de la ciudad que lo vio crecer
Linares relató que nunca imaginó tener que dejar Los Ángeles, una ciudad donde aprendió a cocinar y donde construyó su vida profesional. En Culver City trabajó en un restaurante reconocido por su excelencia culinaria y allí también fundó su propio negocio. Además, fue en ese lugar donde conoció a Reagan, con quien formó una familia.
"Me encantaba, era mi hogar y fue difícil irnos, pero sabía cuál era el riesgo”, afirmó Reagan. A pesar de no tener antecedentes penales ni órdenes pendientes de deportación, Linares no pudo regularizar su estatus tras casarse con Klein debido a las restricciones impuestas por las políticas migratorias del gobierno estadounidense.
El temor ante las nuevas políticas migratorias
La pareja explicó que Linares debía regresar a México para gestionar su proceso legal, lo cual implicaba vivir allí al menos una década.
“Empecé a sentir que veían mis movimientos, que alguien me iba a poner el dedo por ser indocumentado y vivir mucho tiempo en las sombras”, comentó Linares.
Bajo las nuevas políticas migratorias implementadas por la administración Trump, el temor se intensificó. Reagan Klein expresó: “Yo no iba a arriesgar a perder a mi esposo a un campo de concentración o a El Salvador”. La pareja decidió entonces salir juntos en marzo hacia Puerto Vallarta, donde aseguran sentirse libres y seguros.
Para Linares y Klein, la decisión de autodeportarse fue un acto voluntario que les permitió mantener unidos sus lazos familiares. “No siento que me haya afectado mucho en lo personal, mucho como afectó a mi esposa”, afirmó Linares.
Sin embargo, pese a la complicada adaptación, la pareja dijo sentirse bendecida de haber tomado la decisión de autodeportarse por voluntad propia, evitando la separación familiar.
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