Las semillas de girasol tienen forma ovalada y suelen presentar una cáscara externa dura de color gris o negro, que protege el núcleo comestible de color crema.
Éstas de cultivan para la producción de aceite, y solo ciertas variedades se cultivan para consumo humano, pues son buenas porque están repletas de nutrientes. “Tienen cantidades aún mayores de algunas vitaminas, minerales y grasas saludables que otras semillas”, afirma el dietista Gillian Culbertson, refiere Health.
Lo mejor es que se pueden consumir crudas, tostadas o saladas, y también se utilizan para elaborar aceites, barras de cereal, panes y otros productos alimenticios que permiten obtener todos sus beneficios.
¿Por qué comer semillas de girasol?
Son una excelente fuente de antioxidantes como la vitamina E, grasas saludables, vitaminas del complejo B, cobre y otros minerales. Además, contienen nutrientes que reducen el riesgo de enfermedades cardíacas, equilibran los niveles de azúcar en sangre, favorecen la salud de la tiroides, reducen la inflamación, previene los calambres musculares y combaten el cáncer.
Poseen un efecto antioxidante que ayuda a mantener las células sanas y además, también conlleva a generar efectos antiinflamatorios que resultan en la reducción de síntomas de asma, osteoporosis y artritis reumatoide.
Su poder curativo
Comparte Infobae que las semillas de girasol contienen diversos compuestos que se asocian con propiedades benéficas para la salud entre las que destacan:
- Es fuente de vitamina E que contribuye a la protección celular.
- Aporta grasas saludables que ayudan a reducir el colesterol LDL.
- Fortalece el sistema inmunológico.
- Aporta fibra y favorece el tránsito intestinal y la salud digestiva.
Para sacarle el máximo provecho se recomienda consumir una porción de aproximadamente 20 a 30 gramos al día, y puedes incluirlas en ensaladas, yogures, panes, galletas o barras de cereal.
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