La higiene corporal es fundamental para mantener la salud y el bienestar general. Consiste en una serie de prácticas diarias como el baño, el lavado de manos, el cepillado de dientes y el cuidado del cabello, que ayudan a prevenir enfermedades e infecciones.
Al eliminar el sudor, la suciedad y los gérmenes del cuerpo, se reduce el riesgo de padecer problemas en la piel, infecciones respiratorias y digestivas. Además, una buena higiene contribuye a la autoestima y la aceptación social, ya que permite sentirse fresco y limpio, lo cual influye positivamente en las relaciones personales y profesionales.
También es esencial para evitar la propagación de enfermedades contagiosas, especialmente en espacios compartidos como escuelas, oficinas y transporte público. Enseñar y fomentar hábitos de higiene desde la infancia es clave para formar adultos responsables con su salud.
Duchas diarias sin dañar la piel
La cosmetóloga Aline Neumann ha generado conversación con su enfoque particular sobre la higiene diaria. A diferencia de la creencia popular que promueve ducharse todos los días, Neumann recomienda adoptar una visión más equilibrada y consciente en torno a este hábito.
Según ella, la piel posee un microbioma natural que cumple funciones protectoras esenciales, y una limpieza excesiva puede desequilibrarlo, provocando sequedad, irritación o incluso afecciones cutáneas.
Neumann sugiere que la frecuencia ideal del baño depende del tipo de piel, el clima, el nivel de actividad física y otros factores individuales. Para muchas personas, ducharse a diario con productos suaves y sin sulfatos no representa un problema.
Sin embargo, también destaca que no siempre es necesario usar jabón en todo el cuerpo en cada ducha. Aconseja enfocarse en las zonas con mayor sudoración como axilas, genitales y pies y evitar el uso excesivo de agua caliente, que puede resecar la piel.
Baños perfectos
En verano, es importante seguir algunas reglas básicas para la ducha. Báñate una o dos veces al día, especialmente si sudas mucho. Usa agua tibia o fresca, no muy caliente, para evitar resecar la piel.
Aplica jabón solo en las áreas necesarias y utiliza productos suaves. No te duches por demasiado tiempo; diez minutos son suficientes. Después, seca bien tu cuerpo y aplica crema hidratante para conservar la humedad. Así, mantendrás tu piel limpia, fresca y saludable durante el calor.
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