La proteína es un nutriente esencial que cumple funciones vitales en nuestro organismo. Participa en la formación y reparación de tejidos, como músculos, piel y órganos, y también es clave en la producción de enzimas, hormonas y anticuerpos. Además, la proteína ayuda a mantener la masa muscular y favorece el buen funcionamiento del sistema inmunológico.
La cantidad diaria recomendada varía según la edad, el peso, el nivel de actividad física y el estado de salud. En general, un adulto promedio necesita entre 0.8 y 1 gramo de proteína por kilo de peso corporal al día. Por ejemplo, una persona de 70 kg requeriría entre 56 y 70 gramos diarios.
Podemos obtener proteína a través de alimentos de origen animal como carne, pescado, huevos y lácteos, y también de fuentes vegetales como legumbres, frutos secos, semillas, tofu y cereales integrales. Una dieta equilibrada asegura el aporte suficiente de este nutriente.
Leche: la bebida cargada de proteínas
A partir de los 50 años, la masa muscular comienza a disminuir de forma natural, un proceso conocido como sarcopenia. Esta pérdida progresiva puede afectar la movilidad, el equilibrio y la calidad de vida en general. En este contexto, la leche se convierte en un aliado importante para preservar la masa muscular en adultos mayores.
La leche es una fuente rica en proteínas de alta calidad, especialmente en caseína y suero de leche (whey protein), que contienen todos los aminoácidos esenciales que el cuerpo necesita para construir y mantener músculo. Consumir leche después de la actividad física o como parte de una dieta equilibrada puede estimular la síntesis de proteínas musculares, ayudando a contrarrestar la pérdida muscular relacionada con la edad.
Además de las proteínas, la leche aporta calcio, vitamina D, fósforo y potasio, nutrientes esenciales para la salud ósea y muscular. La vitamina D, por ejemplo, favorece la absorción del calcio y contribuye al buen funcionamiento muscular, reduciendo el riesgo de caídas y fracturas.
Incluir leche o sus derivados bajos en grasa en la alimentación diaria, combinados con ejercicio regular (especialmente entrenamiento de fuerza), puede ser una estrategia efectiva para mantener la masa muscular y promover un envejecimiento saludable.
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