Una reciente investigación de la Universidad de Ginebra (Unige) pone de relieve la conexión entre las normas parentales y la salud de los adolescentes.
El estudio, publicado en Discover Public Health, revela que los jóvenes cuyos padres imponen límites estrictos al uso de sus dispositivos disfrutan de sueño extra.
Este tiempo adicional de descanso tiene un impacto directo y positivo no solo en su bienestar físico y emocional, sino también en su desempeño académico, informó la agencia EFE.
Tiempo ideal para descansar en la adolescencia
En un momento de la vida en que se recomiendan nueve horas de sueño, y muchos adolescentes apenas alcanzan siete u ocho, esta ganancia de tiempo resulta vital.
La prohibición de tener el teléfono en la habitación o de utilizarlo al caer la noche demostró ser una estrategia eficaz para combatir la privación de sueño.
Los especialistas de Unige destacaron que una cantidad adecuada de descanso mejora sustancialmente la memoria, la atención y la estabilidad emocional de los estudiantes, mitigando además el riesgo de desarrollar ansiedad o depresión, problemas que a menudo se ven perjudicados por la falta de un sueño reparador.
Las cifras del descanso perdido
La problemática del sueño en la adolescencia, ligada al uso de pantallas, se intensifica según datos de estudios previos en Suiza, que revelan un incremento de 12 veces en el número de adolescentes que pasan más de cuatro horas diarias frente a una pantalla entre 2012 y 2020.
Este cambio de hábitos se alinea con una tendencia más amplia que asocia el tiempo frente a la pantalla con problemas como insomnio y somnolencia diurna excesiva.
El efecto nocivo de la luz azul y la excitación mental
Uno de los principales mecanismo es la inhibición de la melatonina (la hormona reguladora del sueño) a causa de la exposición a la luz azul que emiten las pantallas. Esto retrasa el ritmo circadiano y dificulta la conciliación del sueño.
Además, el consumo de contenido en redes sociales o videojuegos produce una excitación mental justo cuando el cerebro necesita relajarse, sustituyendo el tiempo de descanso por el de conexión.
Expertos de salud advierten que este fenómeno, conocido como "vamping" (por vampiro y texting), puede derivar en un déficit crónico de sueño con consecuencias graves a largo plazo, incluyendo la disminución del rendimiento escolar, bajo control hormonal y un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y obesidad.
La responsabilidad de padres y centros educativos
El doctorando de Neurociencia Básica de la Unige, Kevin Mammeri, principal autor del estudio, enfatiza la importancia de la implicación parental: "Los padres deben involucrarse, porque ello influye en la salud y el éxito de sus hijos".
La neurocientífica Virginie Sterpenich complementa esta visión señalando que las escuelas también deben asumir un papel activo mediante talleres de concienciación.
Es fundamental restablecer una clara distinción entre el tiempo dedicado al sueño y el tiempo de conexión a internet, en un contexto donde "muchos estudiantes se van a la cama con su móvil".
Para contrarrestar esta tendencia, los especialistas en sueño y salud mental ofrecen una serie de recomendaciones prácticas para las familias:
Establecer un límite claro: algunas fundaciones, como la National Sleep Foundation, recomiendan desconectar las pantallas al menos una hora antes de acostarse.
Crear rutinas relajantes: sustituir el uso del móvil por actividades tranquilas y placenteras.
Predicar con el ejemplo: los padres deben adoptar hábitos de sueño saludables, incluyendo la limitación de su propio uso de la tecnología nocturna.
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