El MetLife Stadium de Nueva Jersey fue blindado este domingo con un amplio dispositivo de seguridad para recibir la gran final del Mundial de Clubes 2025 entre el PSG y el Chelsea. El motivo principal: la presencia del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en el palco de autoridades.
La FIFA y las autoridades locales desplegaron medidas excepcionales ante la visita del mandatario, quien volvió a acaparar atención al asistir a uno de los eventos deportivos más importantes del año. Trump llegó acompañado por su esposa, Melania, y varios miembros de su equipo, en una cita que también sirvió como vitrina política en pleno año electoral.
Desde días antes, la organización recomendó al público llegar con antelación al estadio para evitar aglomeraciones y facilitar los controles de acceso. El ambiente era de gran expectación: además del atractivo del fútbol, la combinación con figuras del poder político y económico hizo del evento un escaparate global.
En lo deportivo, la final reunió a dos campeones continentales: el PSG, vencedor de la Champions League tras golear al Inter de Milán (5-0), y el Chelsea, que se impuso al Real Betis en la Conference League. Los de Luis Enrique eliminaron en semifinales al Real Madrid, mientras que los ingleses hicieron lo propio con Fluminense.
Sin embargo, el técnico español llegó a la final con importantes bajas defensivas. Ni Willian Pacho ni Lucas Hernández pudieron participar por sanción, lo que obligó al PSG a reorganizar su línea de fondo. Aun así, el equipo parisino buscó confirmar su dominio global frente a un Chelsea rejuvenecido bajo la dirección de Enzo Maresca.
Con más de 80.000 aficionados en las gradas y millones de espectadores en todo el mundo, esta final confirmó el nuevo estatus del Mundial de Clubes como uno de los grandes escaparates del fútbol internacional. Y con Trump en el palco, la política también jugó su propio partido.
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