La historia que no conoces de Luka Modric: cómo huyó de la guerra y forjó una mentalidad inquebrantable

La serena genialidad de Luka Modrić en el mediocampo oculta una infancia marcada por la Guerra de Independencia de Croacia.

Viernes, 26 de septiembre de 2025 a las 08:45 pm
La historia que no conoces de Luka Modric: cómo huyó de la guerra y forjó una mentalidad inquebrantable

La imagen de Luka Modrić en el campo es la de un mediocampista sereno, de toque elegante y una compostura inquebrantable bajo la máxima presión. Sin embargo, detrás de esa fachada de calma técnica se esconde una infancia marcada por la violencia, la huida y la incertidumbre de la Guerra de Independencia de Croacia (1991-1995). 

La pérdida y la vida como refugiado

Modrić nació en 1985 en Zaton Obrovački, un pequeño pueblo en las faldas de las montañas Velebit, cerca de Zadar. Sus primeros años, dedicados a cuidar cabras en la relativa calma del campo, se rompieron violentamente en 1991 con el estallido del conflicto. El momento que obligó a la familia a huir y que marcó la vida de Luka fue el asesinato de su abuelo, también llamado Luka Modrić, quien fue fusilado por las fuerzas serbias (Chetniks) en las proximidades de su casa.

Ante la inseguridad y el estallido total de la guerra en la región, la familia Modrić se vio forzada a abandonar su hogar. Se convirtieron en refugiados internos, viviendo durante varios años en hoteles, principalmente en el Hotel Kolovare de Zadar, una ciudad que estuvo bajo constantes bombardeos. Esta vida en la incertidumbre y el peligro constante fue la dura escuela que Modrić enfrentó en lugar de un patio de recreo tranquilo.

El hotel como refugio y cancha

En medio del caos, el fútbol se convirtió para el joven Modrić en un refugio y, paradójicamente, en su primer campo de entrenamiento. En el Hotel Kolovare, las bombas y los morteros eran una banda sonora habitual, pero el niño Modrić pasaba horas jugando con una pelota en los estacionamientos del hotel, a menudo improvisando partidos con otros niños refugiados. Sus entrenadores de la época atestiguan que su obsesión por el balón le permitía abstraerse del peligro real.

Fue en el sistema juvenil del club NK Zadar donde dio sus primeros pasos formales, gracias al apoyo de sus padres que, a pesar de las dificultades económicas extremas derivadas de la guerra, se esforzaron por pagar sus botas y los desplazamientos. El director deportivo del hotel, Josip Bajić, fue una de las primeras personas en notar su talento innato, viendo en aquel niño delgado algo más que una promesa futbolística.

El prejuicio que templó el carácter

La batalla de Modrić no solo fue contra los estragos de la guerra, sino también contra el persistente prejuicio dentro del mundo del fútbol. A diferencia de muchos jóvenes de su edad, Modrić era extremadamente delgado y pequeño. Fue categóricamente rechazado por la academia del Hajduk Split, uno de los clubes más grandes de Croacia, que lo consideró demasiado frágil.

Este rechazo temprano, sumado al trauma de la guerra, forjó en él una necesidad implacable de demostrar su valía sin importar los obstáculos. La resiliencia que se necesita para jugar al fútbol con el sonido de las bombas se tradujo en una calma y una disciplina únicas en el campo. Modrić aprendió que no hay una presión más grande que la de la supervivencia, lo que le permite hoy manejar cualquier final o momento crucial con una serenidad admirable.

La mentalidad inquebrantable

El trauma de la guerra no debilitó a Modrić, sino que lo convirtió en un competidor feroz. Su capacidad para manejar la incertidumbre y el caos se convirtió en su mayor activo: la compostura bajo presión. Su habilidad para controlar el mediocampo en finales de la Champions League o en momentos cruciales de un Mundial se remonta a su capacidad infantil de enfocarse en el juego para sobrevivir al miedo.

La cima de su carrera, ganar el Balón de Oro 2018 y llevar a Croacia a la Final del Mundial, es la validación definitiva de esta superación. Un niño refugiado y desahuciado por su físico logró sentarse en la cima del fútbol mundial. Su historia es, por lo tanto, el testimonio de que las circunstancias más difíciles pueden, paradójicamente, forjar la voluntad necesaria para alcanzar la grandeza. El fútbol le dio un escape, pero la guerra le dio la armadura.

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