El destino de Tatyana McFadden parecía sellado desde su nacimiento. Nació en Rusia con espina bífida, una condición que la relegó a los primeros seis años de su vida en un orfanato de San Petersburgo. “Viví en el orfanato durante seis años sin tratamiento médico”, dijo, y cuando fue adoptada por su madre estadounidense, los doctores le dieron un pronóstico devastador: "solo tendría como máximo 2 o 3 años para vivir”. Sin embargo, la voluntad de Tatyana desafiaría todas las expectativas.
La pasión que nació de la inclusión
Al llegar a Estados Unidos, Tatyana descubrió un mundo de oportunidades, con visitas a médicos, escuela y, sobre todo, el deporte. Una de sus primeras experiencias fue en un campamento de Girl Scouts, donde encontró un entorno de aceptación. “Yo era la única niña con discapacidad en el campamento esa sesión”, recuerda.
A pesar de las circunstancias, se convirtió en una de las mejores nadadoras del lugar, lo que le abrió los ojos al poder del deporte para la inclusión. Esta primera experiencia le demostró que, a pesar de sus diferencias, podía ser una de las mejores, sembrando la semilla de lo que sería su extraordinaria carrera.
El camino hacia la cima y los obstáculos ocultos
Su talento para la velocidad la llevó a las carreras en silla de ruedas, debutando en los Juegos Paralímpicos de Atenas en 2004. Desde entonces, ha acumulado 22 medallas paralímpicas, convirtiéndose en la atleta estadounidense más condecorada en atletismo, superando a todos los competidores olímpicos y paralímpicos en la historia del país. Su dominio se extiende más allá de la pista: ha ganado el Maratón de la Ciudad de Nueva York en cinco ocasiones.
Sin embargo, su camino no ha sido fácil. Después de los Juegos de Río de 2016, fue diagnosticada con una coagulopatía, lo que la obligó a un arduo camino de recuperación. “Ha sido muy difícil llegar a un buen nivel. Me he enfocado en tener más confianza y seguir creyendo que lo puedo lograr, porque sé que puedo hacerlo”, afirmó sobre el duro proceso de regreso a la élite.
Más allá de las medallas: el poder de la voz
Hoy, la carrera de Tatyana va más allá de su rendimiento personal. Ella se ha convertido en una apasionada defensora de la igualdad en el deporte. “Me encantan las carreras en silla de ruedas, hablar sobre discapacidades y presionar por la igualdad para las carreras en silla de ruedas”, expresa. Lo que la motiva, según sus propias palabras: "transformar el deporte para hacerlo más inclusivo, más equitativo, más accesible para las personas con discapacidad”.
Para ello, ha creado la Fundación Tatyana McFadden y ha trabajado con marcas como Nike, para expandir la visibilidad del deporte para todos. Con un futuro en la mira, Tatyana tiene el objetivo de ganar 30 maratones importantes y más medallas en los Juegos de París.
Al final, el mejor consejo que le puede dar a la próxima generación es un reflejo de su propia vida: “La vida no se trata de lo que no tenemos, sino de lo que hacemos con los regalos que se nos dan”.
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