Tragedia de Múnich 1972: el día en que los Juegos Olímpicos murieron

La Masacre de Múnich de 1972 terminó con la inocencia de los Juegos Olímpicos, desatando una crisis de seguridad global y una trágica represalia geopolítica.

Por 2001

Sabado, 11 de octubre de 2025 a las 11:00 am
Tragedia de Múnich 1972: el día en que los Juegos Olímpicos murieron

La madrugada del 5 de septiembre de 1972 debería haber sido tranquila en la Villa Olímpica de Múnich. En cambio, marcó un punto de no retorno para el deporte y para la seguridad internacional. Ocho miembros del grupo terrorista palestino Septiembre Negro escalaron la cerca de la Villa e irrumpieron en los apartamentos de la delegación israelí. En el forcejeo inicial, dos atletas fueron asesinados de forma inmediata: el entrenador de lucha libre Moshe Weinberg y el levantador de pesas Yossef Romano.

Un ataque diseñado para la visibilidad global

El asalto, llevado a cabo por una facción de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), tenía un objetivo macabro y estratégico: obtener visibilidad global para sus demandas. Los terroristas tomaron a nueve atletas y entrenadores israelíes más como rehenes, exigiendo la liberación de más de 200 prisioneros palestinos retenidos en cárceles israelíes. También demandaron la liberación de los fundadores del grupo terrorista alemán Fracción del Ejército Rojo (RAF).

La respuesta de Israel fue inmediata y contundente, negándose a ceder. La entonces Primera Ministra de Israel, Golda Meir, declaró una política de cero negociación con los terroristas y urgió a Alemania Occidental a no flexibilizar su postura. Este rechazo categórico a negociar la liberación de prisioneros selló el destino de los rehenes y trasladó la presión íntegramente a las autoridades alemanas.

El intento de rescate

Tras horas de tensión y negociaciones infructuosas, las autoridades alemanas acordaron el traslado de los terroristas y los rehenes al aeropuerto militar de Fürstenfeldbruck, bajo la promesa de que podrían volar a El Cairo. Este traslado era, de hecho, una trampa planeada para un rescate. Sin embargo, el operativo alemán, a cargo de la policía de Baviera, demostró una falta crítica de entrenamiento y equipamiento antiterrorista.

Al producirse el tiroteo en el aeropuerto, la situación se descontroló por completo. La respuesta alemana fue ineficaz debido a que los francotiradores estaban mal posicionados y eran insuficientes. En el caos, los terroristas lanzaron una granada a uno de los helicópteros que transportaban a los rehenes, incendiándolo y asesinando a algunos atletas, mientras que los rehenes restantes fueron asesinados a tiros por los terroristas. El recuento final fue de 11 miembros del equipo israelí, 5 terroristas y 1 oficial de la policía alemana fallecidos: 17 muertes en total.

El din de la inocencia y la creación del GSG9

Los Juegos Olímpicos se suspendieron durante 34 horas, un hecho inaudito. A pesar de la tragedia, el entonces presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Avery Brundage, declaró la célebre frase: "¡Los Juegos deben continuar!" (The Games must go on!). Esta decisión fue altamente criticada por las familias de las víctimas y la comunidad internacional, y marcó el día en que la imagen del evento deportivo "apolítico" y totalmente seguro murió para siempre.

La tragedia de Múnich tuvo consecuencias geopolíticas inmediatas. Alemania Occidental reconoció sus fallos de seguridad y, pocos días después, creó la unidad de élite antiterrorista GSG9 (Grenzschutzgruppe 9), que se convertiría en un referente mundial en operaciones de rescate. Por su parte, la Primera Ministra Golda Meir autorizó a la agencia de inteligencia Mossad a ejecutar la Operación Cólera de Dios (Mivtzah Za'am Hael), cuyo objetivo era localizar y matar a todos los responsables de la planificación del ataque.

La responsabilidad tarda 50 años en llegar

Durante décadas, el gobierno alemán se negó a aceptar su total responsabilidad por los fallos del operativo de rescate. El asunto siguió siendo una herida abierta para las familias de las víctimas y un punto de tensión diplomática. No fue hasta el 50.º aniversario de la masacre (2022) que el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, pidió perdón públicamente a las familias. En un acto de reconocimiento tardío, el gobierno alemán acordó pagar una compensación significativa (28 millones de euros) a los deudos, cerrando un doloroso capítulo que redefinió para siempre la seguridad en los eventos deportivos internacionales.

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