Familiares de los arrestados por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) afirman que el proceso de visita es de incertidumbre, angustia y esperas interminables.
De acuerdo con una reseña de la agencia de noticias AP, en la entrada trasera de un garaje subterráneo, madres, hijas, tíos y sobrinas se agrupan ante una escalera oscura que lleva a la puerta B-18, donde tocan el timbre, aguardan bajo el sol y, muchas veces, se marchan sin respuestas ni confirmación de que sus seres queridos estén siquiera en el lugar.
“Llamamos todos los días, no nos dan respuestas clara, quieren que te rindas”, relató Emily, sobrina de un hispano detenido.
Por su parte, Yadira Almadaz afirmó que logró ver al novio de su sobrina durante solo cinco minutos, afirmando que seguía vestido con la misma ropa de hace una semana después y que solo le habían dado galletas y papas fritas.
“Me rompe el corazón ver a un joven llorar porque tiene hambre y sed”, contó Almadaz, citó La Opinión.
Además, agregó que otros detenidos han bebido agua del inodoro por la falta de acceso a suministros básicos.
La situación no cambia para los abogados como Kim Carver buscan a sus clientes sin saber a ciencia cierta si aún están en el edificio.
“Desde entonces, ha sido una carrera para intentar encontrarla”, lamentó Carver, quien intentaba localizar a una mujer transgénero hondureña que fue trasladada a Texas sin previo aviso.
Incluso la frustración entre los letrados se acumula al no poder entregarles víveres o medicamentos.
“Solo le han dado una botella de agua en dos días”, dijo uno de ellos, con bolsas llenas de provisiones que no le permitieron ingresar.
Visite nuestra sección Internacionales
Mantente informado en nuestros canales de WhatsApp, Telegram y YouTube