Descubre cuáles son los únicos países donde el divorcio no es legal: en una de estas naciones algunos de sus habitantes hablan español

Divorciarse o rehacer la vida son decisiones que deberían poder tomarse sin encontrar en la ley un laberinto inexpugnable

Martes, 02 de septiembre de 2025 a las 05:45 am
Descubre cuáles son los únicos países donde el divorcio no es legal: en una de estas naciones algunos de sus habitantes hablan español

Imagina un mundo donde, tras una ruptura irreparable, la ley no te permite disolver formalmente un matrimonio. Suena extraño, ¿verdad? Pues existe y son dos los lugares donde aún no está permitido el divorcio.

Hoy por hoy solo hay dos jurisdicciones que mantienen la prohibición del divorcio en términos generales: la Ciudad del Vaticano y Filipinas. No es una anécdota: en ambos sitios la raíz del problema está profundamente ligada a la religión, la tradición y la política social.

La Ciudad del Vaticano es, por definición, el núcleo administrativo de la Iglesia Católica: su ordenamiento jurídico está alineado con el derecho canónico, que considera el matrimonio como un sacramento indisoluble salvo por la declaración de nulidad (anulación). En la práctica esto significa que no existe la figura del divorcio civil como en la mayoría de los países.

Filipinas, por su parte, es un caso más complejo: país con una gran mayoría católica y una historia marcada por la influencia religiosa en la legislación. Allí no hay una ley general de divorcio para la población en general; las vías disponibles son la separación legal, la anulación o, en casos muy limitados, el reconocimiento de divorcios extranjeros o la disolución en el marco del derecho personal musulmán.

Parte de la explicación pasa por la historia: Filipinas fue colonia española durante más de 300 años. Ese largo período dejó huellas culturales muy visibles  como nombres de lugares, religión mayoritaria, tradiciones y rastros lingüísticos, de modo que no sorprende que la influencia católica haya moldeado en buena medida normas sociales y políticas. Aunque hoy el inglés y las lenguas filipinas dominan la vida diaria, el legado hispano aún se percibe en la cultura y en ciertos usos del idioma.

La prohibición del divorcio, por tanto, no es simplemente una casualidad legal: es la consecuencia de siglos de influencia religiosa y de estructuras sociales que han protegido la indisolubilidad matrimonial como norma. Además, el debate contemporáneo en Filipinas sobre introducir el divorcio ha chocado repetidas veces con la resistencia de sectores conservadores y de la Iglesia, así como con obstáculos políticos y económicos.

Consecuencias de la prohibición del divorcio 

Vidas atadas a matrimonios irrecuperables: muchas personas que desean rehacer su vida se ven obligadas a vivir separadas de hecho pero unidas de derecho.

Anulación como alternativa cara: la anulación puede ser costosa, lenta y, en la práctica, inaccesible para gran parte de la población.

Desigualdad y riesgo para víctimas de violencia doméstica: la falta de vías claras para disolver un matrimonio agrava la vulnerabilidad de personas que sufren maltrato.

Reconocimiento de divorcios extranjeros: hay mecanismos para reconocer divorcios obtenidos fuera del país, pero tienen requisitos legales y no siempre son sencillos ni garantizan una solución para todos.

El tema no es solo legal: es humano. La prohibición del divorcio interroga cómo combinamos tradición, fe y derechos individuales. En Filipinas el debate sigue vivo: hay presión social y grupos que piden cambios por razones de justicia y protección, mientras que otros defienden la preservación del matrimonio como pilar social. En la Ciudad del Vaticano, la postura canónica hace que el cambio sea mucho menos probable.

 

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