Muchas condiciones psiquiátricas y cognitivas implican problemas con el sueño y la memoria. Entender cómo se separan (o se mezclan) recuerdos nuevos y antiguos durante la noche podría ayudar a explicar por qué algunas personas olvidan aprendizajes recientes o por qué el sueño altera recuerdos traumáticos.
¿Sabías que tus ojos pueden estar contando secretos mientras duermes? No hablamos solo del clásico “movimiento ocular” del sueño REM: investigadores han descubierto que el tamaño de la pupila, esa parte del ojo que se contrae y dilata, marca cambios en los estados cerebrales que organizan cómo el cerebro procesa recuerdos durante la noche. Y sí: ese vaivén podría estar íntimamente ligado a qué se reactiva en tu mente mientras sueñas.
Durante años los científicos observaron que la pupila no solo responde a la luz sino también a estados internos del cerebro. Estudios recientes en modelos animales muestran que la pupila se reduce durante el sueño REM y alterna entre contracción y expansión durante el sueño no-REM. Esa variación no es anecdótica: la pupila refleja «microestados» cerebrales que gobiernan qué tipos de recuerdos se reactivan mientras dormimos.
Cambios en los estados cerebrales
Soñamos cuando redes neuronales reactivan fragmentos de experiencias, a veces viejas, a veces recientes, y los recombinan en historias. El hallazgo clave: durante el sueño no-REM existen subestados diferenciados por el tamaño pupilar, y estos subestados separan la reactivación de recuerdos nuevos de la reactivación de recuerdos antiguos.
En palabras simples: cuando tu pupila está “pequeña” el cerebro parece estar repitiendo y reforzando lo recién aprendido; cuando la pupila está “grande”, tiende a repasar memorias ya consolidadas. Eso abre la posibilidad de que, al observar la pupila, pse pueda saber si tu sueño está trabajando para fijar lo nuevo o para reciclar lo viejo, dos procesos que pueden sentirse muy distintos en el mundo onírico.
Investigadores rastrearon la actividad neuronal en el hipocampo el centro de la memoria, mientras registraban el tamaño pupilar. Encontraron que las neuronas asociadas a aprendizajes recientes se activaban con más frecuencia en los momentos de pupila contraída; las neuronas vinculadas a memorias antiguas lo hacían en momentos de pupila dilatada. Además, cuando los científicos interrumpieron la actividad neuronal solo durante los momentos de pupila pequeña, los animales perdieron la capacidad de retener lo aprendido recientemente, sin afectar recuerdos previos. Ese resultado sugiere que esos microestados son esenciales para proteger lo nuevo de mezclarse con lo viejo.
La ampliación de la investigación está disponible en el sitio web de National Institute of Mental Health
Foto cortesía de Freepik
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