En un movimiento polémico para la inmigración de trabajadores especializados, el gobierno de Donald Trump impuso una nueva y drástica tarifa de 100 000 dólares para todas las nuevas solicitudes de la visa H-1B.
Firmada el 19 de septiembre de 2025, la proclama “Restricción a la entrada de determinados trabajadores no inmigrantes” busca, según el gobierno, "frenar los abusos y proteger a los trabajadores estadounidenses".
Esta medida entró en vigor el 21 de septiembre a y ya desató una ola de pánico y confusión que trascendió fronteras.
La noticia se propagó rápidamente, provocando escenas de caos como la de un avión en San Francisco, donde varios pasajeros descendieron al enterarse de la nueva tarifa.
Ante la incertidumbre, el gobierno se vio obligado a aclarar que la medida no es retroactiva y no afecta a los visados ya emitidos o a solicitudes presentadas antes de la fecha límite.
A pesar de esto, la nueva política marca un punto de inflexión, transformando radicalmente el panorama para miles de profesionales que aspiran a trabajar en el país.
Impacto
El impacto de esta decisión va más allá de un simple costo. La cuota de 100 000 dólares establece una barrera casi insuperable para la mayoría de los trabajadores individuales y las pequeñas empresas.
Esto genera un efecto de filtro, priorizando a grandes corporaciones con vastos recursos financieros, lo que desvirtúa el espíritu original del programa, que buscaba atraer a los "mejores talentos extranjeros".
La proclama también contempla otras reformas, como la revisión de los niveles salariales y una nueva priorización en la lotería de visados que favorecerá a los perfiles mejor pagados, profundizando la brecha entre los trabajadores con salarios altos y los de menor ingreso.
Un futuro incierto
La imposición de esta tarifa tendrá consecuencias significativas para los migrantes y las empresas estadounidenses. Para los profesionales extranjeros que sueñan con trabajar en Estados Unidos, la nueva cuota se convierte en un obstáculo casi insuperable.
Esto significa que muchos talentos de áreas como la tecnología, la ciencia y la ingeniería se verán obligados a reconsiderar sus planes, buscando oportunidades en países con políticas migratorias más abiertas, como Canadá o naciones europeas.
Para las empresas que dependen de trabajadores extranjeros, especialmente en el sector tecnológico, esta medida representa un duro golpe. Compañías que basan su modelo de negocio en la contratación de personal especializado a través de la visa H-1B se enfrentarán a costos exorbitantes.
La imposición de esta tarifa podría ralentizar la innovación, forzar la reubicación de proyectos y, en casos extremos, desincentivar la inversión en suelo estadounidense.
El resultado podría ser un éxodo de talento y una disminución en la competitividad de Estados Unidos en la economía global.
Más preguntas que respuestas
La política de Trump, presentada como una medida para proteger a los trabajadores nacionales, en realidad podría tener efectos contraproducentes. La fuga de cerebros y la reducción de la competitividad de las empresas estadounidenses son riesgos reales.
Mientras los expertos debaten sobre la efectividad y las implicaciones a largo plazo de esta proclama, la incertidumbre se cierne sobre miles de profesionales y empresas que han hecho de la visa H-1B la columna vertebral de sus operaciones.
El verdadero impacto de esta política se revelará en los próximos meses, dejando a la vista las fisuras en un sistema que prometía ser una puerta de entrada al talento global.
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