Las patas de gallo son pequeñas arrugas o líneas de expresión que aparecen en la zona externa de los ojos. Se llaman así porque su forma recuerda a las huellas que deja la pata de un gallo. Su aparición es parte natural del envejecimiento de la piel, ya que con el tiempo disminuye la producción de colágeno y elastina, dos proteínas que mantienen la piel firme y elástica. Además, los movimientos repetitivos al sonreír, entrecerrar los ojos o gesticular contribuyen a marcarlas con el tiempo.
Factores externos como la exposición al sol, el tabaquismo, la contaminación y la falta de hidratación aceleran su formación. Aunque no se pueden evitar por completo, es posible retrasar su aparición con hábitos saludables como proteger la piel con protector solar, hidratarla adecuadamente, dormir lo suficiente y llevar una alimentación equilibrada rica en antioxidantes, que ayudan a preservar la salud y juventud cutánea.
Adiós patas de gallo
Aunque estas pequeñas líneas de expresión son consecuencia natural del envejecimiento, con la pérdida de colágeno y elastina, exposición al sol y gesticulación diaria, existe una variedad de tratamientos modernos que ayudan a suavizarlas manteniendo una apariencia natural.
Entre las opciones más avanzadas se encuentran los neuromoduladores, que actúan relajando los músculos responsables de las arrugas, logrando una piel más lisa sin congelar la expresión. Sus efectos duran entre 4 y 6 meses.
También se utilizan rellenos dérmicos con materiales de baja reticulación, que rellenan sutilmente la zona, estimulan colágeno y ofrecen resultados discretos y armoniosos.
Los peelings químicos, ya sean superficiales o medios, son útiles para mejorar la textura de la piel y hacer menos visibles las líneas finas, mientras que los polinucleótidos estimulan la regeneración de fibroblastos, aumentando la producción de colágeno y elastina.
Métodos como el láser fraccionado permiten mejorar la firmeza de la piel y suavizar arrugas de forma profunda y prolongada. También la radiofrecuencia con microagujas genera calor local para estimular colágeno de manera no invasiva.
La cirujana plástica y estética, Dra. Elena Jiménez, destaca que la clave más efectiva es combinar estas técnicas de forma personalizada: por ejemplo, neuromoduladores con láser o con polinucleótidos para potenciar resultados y mantener la naturalidad. Y, muy importante, recomienda no sobrecorregir y avanzar de forma progresiva.
Jiménez resalta tres pilares esenciales para prevenir y reducir las patas de gallo: protección solar diaria, hidratación constante, y evitar la exposición prolongada al sol, usando lentes de sol y reaplicando protector cuando sea necesario.
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