Nuestros pensamientos antes de dormir tienen un impacto significativo en nuestra salud mental y bienestar general. Durante los momentos previos al sueño, la mente entra en un estado más receptivo y reflexivo, lo que hace que los pensamientos negativos o positivos influyan directamente en la calidad del descanso y en el estado de ánimo del día siguiente.
Pensar en problemas o preocupaciones justo antes de dormir puede activar el sistema de alerta del cerebro, dificultando el sueño y aumentando el estrés. Por el contrario, cultivar pensamientos positivos, como la gratitud o la visualización de metas, favorece la relajación y mejora el descanso.
Según la National Sleep Foundation, establecer una rutina de pensamientos positivos antes de acostarse puede reducir el insomnio y mejorar la calidad del sueño. Por ello, cuidar lo que pensamos antes de dormir no solo mejora nuestro descanso, sino también nuestra salud emocional a largo plazo.
¿Por qué debemos rezar o agradecer antes de dormir?
Según la neuropsicóloga Begoña del Campo, rezar o hablar con el universo antes de dormir implica agradecer y enfocarnos en lo que sí tenemos, no en lo que nos falta.
Ella afirma que este sencillo acto decir “gracias”, rezar o expresar pensamientos positivos activa un proceso de neurotransformación que cambia nuestro enfoque mental y transforma nuestra energía.
Esto sucede porque al hacerlo, envías una señal poderosa desde el hemisferio izquierdo del cerebro, que te empodera al volver a despertar “de otra manera”.
A nivel cerebral, este ritual:
1. Interrumpe la atención en lo que nos falta, reorientándola hacia la gratitud por lo que ya poseemos.
2. Modifica la química cerebral, liberando neurotransmisores como dopamina y serotonina, asociados al bienestar y la felicidad.
3. Reconfigura el sistema reticular, esa parte del cerebro que filtra la información entrante, ayudando a que prestemos atención a señales positivas y no a amenazas.
Estos cambios ayudan a reducir el estrés, mejorar la calidad del sueño y aumentar la resiliencia a largo plazo. No es una simple rutina emocional, es una práctica neurocientíficamente respaldada que cultiva una frecuencia interna de bienestar.
Según Campo, “lo hacen los que brillan… no es una casualidad, ni un golpe de suerte. Es una frecuencia”.
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