El consumo de lácteos en el mundo es alto, siendo la leche de vaca la más consumida a nivel mundial, refiere la Inteligencia Artificial.
Por su parte, el sitio web de la FAO indica que, “el consumo per cápita de leche y productos lácteos es mayor en los países desarrollados, pero la diferencia con muchos países en desarrollo se está reduciendo. La demanda de leche y productos lácteos en los países en desarrollo está creciendo como consecuencia del aumento de los ingresos, el crecimiento demográfico, la urbanización y los cambios en los regímenes alimentarios”.
¿Por qué incluir lácteos en la dieta?
Los productos lácteos son fuente esencial de nutrientes por lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) los recomiendan como alimentos que contribuyen a una dieta sana.
Estos son fuente de proteínas de alta calidad, calcio, vitaminas y minerales, que son esenciales para el crecimiento, el desarrollo y el mantenimiento de los huesos y los dientes. Además, su consumo ayuda a reducir el riesgo de enfermedades crónicas como la osteoporosis, la hipertensión y algunos tipos de cáncer. También, según investigaciones recientes, podría favorecer la diversidad de bacterias beneficiosas en el intestino humano.
Habla la ciencia
Una nueva investigación liderada por el Dr. Li Jiao, del Baylor College of Medicine, hace alusión al impacto que el consumo de leche, queso y yogurt tiene en el organismo, el cual va más allá del aporte de calcio, proteínas y vitamina D.
“El estudio mostró que los participantes que consumían leche regularmente tendían a tener mayores niveles de microbios asociados con efectos positivos para la salud. Entre ellos, Faecalibacterium, que contribuye a reducir la inflamación, y Akkermansia, relacionada con el control del peso corporal y la glucosa en sangre.
“El consumo de lácteos puede influir en la salud del huésped al modular la estructura y la composición de la microbiota intestinal adherente del colon”, explicó el Dr. Jiao en Farth.com y refiere la web MSN.
Además, el estudio mostró un perfil diferente en relación al queso, pues según los datos recogidos, su consumo se asoció con una reducción de bacterias como Bacteroides, comunes en el intestino y potencialmente influyentes en afecciones digestivas. También se observó una disminución de Subdoligranulum, una bacteria de gran importancia en la salud metabólica, sin embargo, aún se está investigando.
Mientras que, por el contrario, se registraron aumentos en Bifidobacterium, un conocido probiótico que ha sido vinculado con beneficios digestivos.
En cuanto al consumo de yogurt, no mostró una relación clara con cambios en la microbiota, pero los investigadores atribuyen este resultado al bajo consumo reportado por los participantes, lo que impidió sacar conclusiones sólidas.
Aún así, los resultados son importantes y abre la posibilidad de que se establezcan patrones dietéticos personalizados enfocados no solo en la cantidad de lácteos a ingerirse diariamente, sino en su tipo y efectos que tienen sobre la microbiota intestinal.
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