El calor extremo puede tener efectos graves en el organismo, especialmente cuando la temperatura corporal supera la capacidad natural de enfriamiento. La exposición prolongada puede causar deshidratación, ya que se pierde agua y sales minerales a través del sudor. Esto reduce el volumen de sangre y dificulta el transporte de oxígeno y nutrientes a los tejidos.
El cuerpo puede experimentar calambres musculares, mareos y agotamiento por calor, caracterizado por debilidad, dolor de cabeza y náuseas. Si la temperatura interna sube por encima de los 40 °C, se presenta el golpe de calor, una emergencia médica que puede dañar órganos vitales como el cerebro, el corazón y los riñones.
Las personas con enfermedades crónicas, los niños y los adultos mayores son más vulnerables a estas complicaciones. El calor extremo también afecta el sistema cardiovascular, aumentando la frecuencia cardíaca y el riesgo de descompensación.
Calor extremo en adultos mayores
Este tipo de calor representa un riesgo significativo para los adultos mayores, ya que sus cuerpos tienen menos capacidad para regular la temperatura interna. A medida que envejecemos, la capacidad de sudar disminuye, y los mecanismos fisiológicos que indican sed o sobrecalentamiento se vuelven menos eficaces.
Además, enfermedades crónicas como problemas cardíacos, pulmonares, renales o diabetes, junto con ciertos medicamentos, pueden interferir con la regulación térmica y la hidratación adecuada.
Durante olas de calor, la Universidad de Harvard asegura que estas alteraciones aumentan el riesgo de sufrir enfermedades relacionadas con el calor, que van desde el agotamiento por calor hasta el golpe de calor, una condición potencialmente mortal.
Síntomas de un golpe de calor
Entre ellos incluyen piel caliente y seca, confusión, dolor de cabeza intenso, pérdida de coordinación, frecuencia cardíaca rápida, debilidad extrema, respiración rápida y superficial, náuseas y vómitos, y pérdida de conciencia.
Para protegerse, es fundamental evitar la exposición directa al sol, mantenerse en lugares frescos, beber líquidos con regularidad (consultando con el médico si se toman diuréticos o medicamentos que limiten la ingesta de agua), usar ropa ligera y de colores claros, y reconocer los signos tempranos de agotamiento por calor. Además, es recomendable limitar las actividades físicas intensas durante las horas más calurosas del día.
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