El cambio climático ya no es solo una amenaza ambiental; es un riesgo de salud pública directo y creciente. Un ambicioso estudio de revisión, publicado en la revista JAMA Cardiology y liderado por el Dr. Dhruv Kazi de la Universidad de Harvard, valida que fenómenos como olas de calor, inundaciones y huracanes están directamente asociados con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.
El análisis sistemático, que consolidó datos de 492 investigaciones publicadas entre 1970 y 2023, confirma que la exposición a factores ambientales extremos incrementa la aparición de episodios agudos, incluyendo infartos, accidentes cerebrovasculares y trastornos del ritmo cardíaco.
Asimismo, los datos de la NASA refuerzan la urgencia: la temperatura global ha subido más de 1.1°C en el último siglo, exacerbando estos fenómenos.
Mecanismos y poblaciones más vulnerables
El estudio de Kazi desglosa los complejos mecanismos detrás de este aumento. Las temperaturas extremas, tanto altas como bajas, afectan la fisiología cardíaca, mientras que el estrés psicológico y fisiológico de un desastre natural puede desencadenar eventos agudos en personas con patologías previas.
Además, la contaminación del aire (ozono y humo de incendios) provoca inflamación sistémica, que daña directamente el sistema cardiovascular.
Un punto crítico es el impacto en la infraestructura sanitaria. Los desastres climáticos interrumpen el acceso a tratamientos, medicamentos y controles indispensables, elevando el riesgo de complicaciones y muerte incluso meses después del evento, como se observó tras el huracán Sandy en 2012.
Los expertos advierten que la vulnerabilidad no es uniforme. Las personas mayores, las minorías étnicas y las comunidades de bajos ingresos enfrentan los mayores riesgos, ya que a menudo carecen de recursos para adaptarse y recuperarse, un problema que se agrava por la falta de datos en países de bajos ingresos.
Ante la robustez de la evidencia, el informe subraya la necesidad de una adaptación urgente del sistema sanitario. Los profesionales de la salud deben incorporar los riesgos meteorológicos en sus estrategias de prevención. Para pacientes con antecedentes cardíacos en zonas de riesgo, esto implica desarrollar planes de contingencia que aseguren el acceso ininterrumpido a medicamentos, atención médica y servicios esenciales.
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