La longevidad, o vivir muchos años con buena calidad de vida, se debe a una combinación de factores genéticos, hábitos saludables y entorno social. Aunque los genes influyen, el estilo de vida es determinante. Las personas longevas suelen mantener una dieta equilibrada, rica en vegetales, frutas, legumbres y grasas saludables, como en la dieta mediterránea.
El ejercicio regular, incluso caminar diariamente, ayuda a mantener el cuerpo y la mente activos. Dormir bien, evitar el estrés crónico y no fumar también son claves. Además, tener relaciones sociales sólidas y un propósito en la vida favorece la salud emocional y mental, lo que repercute en la salud física. Para conseguir la longevidad, es fundamental adoptar hábitos sostenibles que promuevan el bienestar integral desde edades tempranas.
Claves para la longevidad
Según la oncóloga y experta en dietética Romina Cervigni, tal como menciona el artículo en elEconomista, “aunque la genética tiene un gran peso, los dos factores más importantes para lograr una longevidad saludable son un estilo de vida saludable y una nutrición adecuada”.
Estos dos elementos constituyen las armas más potentes para “programar nuestro cuerpo para una longevidad saludable”, explicando que, conjuntamente, permiten ralentizar el deterioro celular y fortalecer la respuesta inmunitaria frente a las enfermedades.
El estilo de vida saludable implica un cambio integral de hábitos más allá de una dieta puntual o una predisposición genética. Cervigni enfatiza la importancia de seguir pautas diarias estructuradas en su decálogo, desarrollado por el equipo de la Fundación Valter Longo Onlus. Esto incluye, por ejemplo, realizar actividad física regular, mantener buenos patrones de sueño, gestionar el estrés, y limitar el tiempo de comida para potenciar mecanismos de reparación interna.
Por otro lado, la nutrición adecuada se centra en una alimentación equilibrada, preferiblemente pescetariana, rica en vegetales, pescado (dos o tres veces por semana, evitando los que tienen mercurio), grasas insaturadas (oliva, frutos secos) y carbohidratos complejos (cereales integrales, legumbres).
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