Mantener la mente activa es fundamental para una buena salud general, ya que el bienestar mental está estrechamente vinculado al físico. Actividades como leer, resolver acertijos, aprender cosas nuevas o participar en conversaciones estimulantes ayudan a fortalecer las conexiones neuronales, mejorando la memoria, la concentración y la agilidad mental.
Además, una mente activa contribuye a reducir el estrés, la ansiedad y los síntomas de la depresión, lo que impacta positivamente en el sistema inmunológico y en la calidad del sueño. A medida que envejecemos, ejercitar el cerebro es clave para prevenir el deterioro cognitivo y enfermedades como el Alzheimer.
Así como el cuerpo necesita movimiento para mantenerse en forma, el cerebro requiere estímulos constantes para conservar su vitalidad. Por eso, integrar hábitos mentales saludables en la rutina diaria no solo mejora la calidad de vida, sino que también prolonga la autonomía y favorece un envejecimiento más pleno y activo.
Actividad en casa
Aunque no lo creas, no solo leer, los juegos de mesa o resover un sudoku te ayudará a mantener una mente sana, sino que algunas actividades del quehacer diario también lo lograrán.
Según la psicóloga Sara Tarrés Carnicier, disfrutar de pequeños placeres cotidianos en casa puede tener un impacto muy positivo en la salud cerebral y el bienestar emocional. Actividades simples como escuchar música, planchar, cocinar, cuidar plantas, practicar la gratitud o simplemente compartir una charla significativa con un ser querido ayudan a liberar neurotransmisores como la dopamina, la serotonina y la oxitocina.
Estas sustancias químicas están directamente relacionadas con el placer, la motivación y el vínculo social, lo que favorece un cerebro más sano y equilibrado.
Tarrés destaca también el poder de la rutina y del descanso de calidad. Dormir bien, crear espacios ordenados y armoniosos, y dedicar unos minutos al día a la meditación o la respiración consciente son formas accesibles de reducir el estrés y fortalecer la salud mental desde casa.
El contacto con la naturaleza, incluso si se trata de cuidar una planta en una maceta, también se asocia con una mejora del estado de ánimo y una reducción del cortisol, la hormona del estrés.
Estos pequeños gestos, aunque puedan parecer insignificantes, tienen efectos acumulativos en la plasticidad cerebral y el bienestar general. Según Tarrés, “el cerebro agradece los pequeños placeres cotidianos que activan emociones agradables, pues estos momentos crean huellas positivas que fortalecen la salud mental”.
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