Un equipo de científicos de la Universitat Rovira i Virgili, el Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili y el área de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición del CIBER CIBEROBN encontró que las personas que consumían entre tres y siete raciones (30 gramos cada una) de frutos secos a la semana mantenían una mejor función cognitiva.
La conclusión se dio luego de seis años de seguimiento, al comparar con personas que consumían menos de una ración semanal.
Este estudio se centró en 747 participantes, adultos mayores con sobrepeso, obesidad o síndrome metabólico, un grupo con un riesgo elevado de padecer deterioro cognitivo.
Eje intestino-cerebro
Lo más novedoso de la investigación, publicada en la revista Age and Ageing, es que no solo se confirma el beneficio cognitivo, sino que también se desentraña un posible mecanismo detrás de este efecto: la microbiota intestinal.
El equipo detectó que un mayor consumo de frutos secos estaba vinculado a una microbiota intestinal más diversa y a diferencias en ciertos grupos bacterianos beneficiosos.
La hipótesis central es que la microbiota, favorecida por los frutos secos, podría estar ayudando a la síntesis de metabolitos. Estas sustancias, al viajar del intestino al cerebro, actuarían como mensajeros, mejorando la función cognitiva a través de mecanismos hasta ahora desconocidos.
"Este trabajo es el primero en examinar simultáneamente la relación entre el consumo de frutos secos, la composición de la microbiota intestinal y la función cognitiva de forma prospectiva", explicó Jiaqi Ni, primera autora del estudio.
Envejecimiento saludable
Los hallazgos abren una prometedora vía de investigación y acción. El director del estudio, Jordi Salas-Salvadó, destacó que estos resultados confirman los beneficios conocidos de los frutos secos y, a la vez, impulsan la exploración del papel modulador de la dieta sobre el eje intestino-cerebro.
Ante la falta de tratamientos curativos para las enfermedades que afectan la salud cognitiva, el enfoque en factores modificables como la dieta se vuelve esencial. Los resultados refuerzan la idea de que simples hábitos dietéticos pueden ser una poderosa herramienta preventiva en el contexto del envejecimiento poblacional y el aumento de los casos de demencia.
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