El brócoli es una verdura crucífera, perteneciente a la familia de las Brassicaceae, al igual que la col, la coliflor y las coles de Bruselas. Es muy valorado por su alto contenido en nutrientes como la fibra, la vitamina C, la vitamina K, el ácido fólico y compuestos antioxidantes que ayudan a prevenir enfermedades. Sin embargo, a pesar de sus beneficios, el brócoli puede causar gases intestinales en algunas personas.
Esto se debe a que contiene compuestos como los rafinósidos, un tipo de carbohidrato complejo que el cuerpo humano no puede digerir completamente. Al llegar al intestino grueso, estos compuestos son fermentados por las bacterias intestinales, produciendo gases como hidrógeno, dióxido de carbono y metano. Además, su alto contenido en fibra también puede contribuir a la formación de gases si no se está acostumbrado a consumirla en grandes cantidades.
Nutrición sin gases
Para reducir el efecto de gases en el intestino al consumir este vegetal, pero aprovechar sus propiedades al máximo, se recomienda cocinar el brócoli al vapor ligeramente, ya que este proceso ayuda a descomponer parte de la fibra y los azúcares responsables de la fermentación, sin perder excesivamente sus nutrientes.
Hervirlo en exceso, en cambio, puede disminuir significativamente su contenido vitamínico. Otra estrategia útil es introducir el brócoli gradualmente en la dieta, permitiendo que el sistema digestivo se adapte a su fibra.
También es recomendable masticar bien el brócoli, lo que facilita la digestión y reduce la fermentación en el colon. Algunas personas encuentran alivio cocinándolo con hierbas carminativas como el comino, el jengibre o el hinojo, que ayudan a reducir la producción de gases.
Finalmente, si bien los suplementos de enzimas digestivas pueden ser útiles en algunos casos, siempre es mejor consultar con un profesional de la salud antes de tomarlos.
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