Se cumplen 38 años de una de las peores tragedias naturales en la historia de Venezuela: el deslave de El Limón, en el estado Aragua.
El 6 de septiembre de 1987, un torrente de lodo y escombros descendió del Parque Nacional Henri Pittier y sepultó a varias comunidades en Aragua, dejando un saldo de más de 100 muertos, cientos de desaparecidos y miles de damnificados.
Lo que comenzó como un día común se convirtió en una jornada de luto nacional.
La magnitud del desastre superó la resistencia psicológica de los afectados. Ese día, lluvias torrenciales que superaron los 180 milímetros, el equivalente a dos meses de precipitaciones, provocaron el desbordamiento del río El Limón.
La devastación y el miedo que regresó en 2020
El deslave arrasó con sectores como La Candelaria, El Progreso y Los Rauseos.
La fuerza del agua y el lodo borraron del mapa lugares emblemáticos, incluyendo una de las casas del expresidente Juan Vicente Gómez en el área recreacional de Guamita.
Hoy, el parque Los Apamates es un doloroso recordatorio para los lugareños, quienes lo asocian con un camposanto por los cuerpos que quedaron atrapados.
La tragedia no solo afectó a las comunidades de El Limón, sino que también incomunicó a miles de temporadistas en la vía principal que une Ocumare de la Costa y Maracay, una herida en la memoria colectiva del país.
A pesar de casi cuatro décadas transcurridas, el miedo regresó en 2020. El 9 de septiembre, 12 días de lluvias continuas hicieron que el río El Limón se desbordara de nuevo, arrasando con más viviendas, comercios e infraestructura.
El aluvión, impulsado por los afluentes de Corral de Piedra y El Manguito, afectó a 69 familias y destruyó 38 viviendas por completo. El pueblo, aún traumatizado, revivió el horror de la tragedia original.
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