El béisbol venezolano ha visto nacer a incontables talentos, pero pocos han alcanzado el estatus de leyenda como Johan Santana. Conocido como "El Gocho de Venezuela" por su origen en el estado Mérida, su historia es un relato de superación, brillantez en el montículo.
Santana nació en Tovar, Venezuela, en 1979, con un camino hacia las Grandes Ligas que no fue fácil. Inicialmente, firmó con los Astros de Houston, quienes no creyeron en su potencial como lanzador abridor y lo utilizaron como relevista.
Era en los Minnesota Twins: la más exitosa de su carrera
Pero a pesar de los obstáculos en la etapa inicial de su carrera, su perseverancia le valió un traspaso a los Minnesota Twins, donde su carrera dio un giro de 180 grados.
Bajo la tutela del coach de lanzadores Rick Anderson, Santana pulió su cambio de velocidad, un lanzamiento que se convirtió en su firma y en la pesadilla de los bateadores.
En los Twins, Santana se transformó en una fuerza dominante. Entre 2004 y 2007, fue el lanzador más dominante de las Grandes Ligas y un deleite para el aficionado venezolano en cada salida que tenía. Sus actuaciones le valieron dos premios Cy Young en 2004 y 2006, siendo el primer venezolano en conquistar este prestigioso premio.
El Contrato de Vértigo y la Historia con los Mets
En 2008, los New York Mets hicieron un movimiento audaz para adquirir a Santana, otorgándole un contrato de seis años y 137.5 millones de dólares, el más grande para un lanzador en ese momento. Su llegada a Nueva York fue un suceso, y este salto de calidad prometía más años de éxitos.
En su primera temporada con los Mets, Santana cumplió las expectativas, pero fue en 2012 cuando escribió su nombre en los libros de historia del equipo.
El 1 de junio, en una noche memorable, lanzó el primer y único juego sin hit ni carrera en la historia de los Mets. Este logro fue un momento de gloria para el equipo y una de las hazañas más grandes de su carrera.
Etapa en los Mets y lesiones que pusieron fin a su carrera
Lamentablemente, la carrera de Johan Santana estuvo marcada por las lesiones. La más grave ocurrió en su hombro, que lo alejó del béisbol por un largo período. A pesar de los esfuerzos por regresar, nunca pudo recuperar su forma y su fuerza. El dolor y la fatiga lo llevaron a retirarse.
Sus números de por vida, aunque no lo colocaron en el Salón de la Fama, lo consolidaron como uno de los lanzadores latinos más importantes de su generación. Su récord de 139-78, un promedio de carreras limpias de 3.20, y su increíble dominio en sus mejores años.
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