Lucy Kennedy, de apenas diez años, no pudo dormir la madrugada del jueves. Desde su cabaña en el campamento cristiano Camp Mystic, en la ribera del río Guadalupe, algo le decía que la noche no sería normal.
“Presentía que algo muy malo estaba a punto de pasar”, relató a NBC News, aún con la voz temblorosa tras haber sido evacuada junto a otras niñas.
Su intuición se cumplió. Las lluvias intensas que cayeron sin tregua durante la madrugada desbordaron el río y, en menos de 45 minutos, subió casi ocho metros.
El emblemático campamento, que albergaba a unas 750 personas en Hunt, condado de Kerr, quedó sumido en el caos.
Las niñas fueron trasladadas en medio de la oscuridad, empapadas y apenas con mantas, a la planta alta de un edificio recreativo, y luego a un terreno más alto para esperar el rescate.
El rescate
La escena del viernes por la mañana fue desgarradora: helicópteros evacuaban sobrevivientes entre árboles arrancados y estructuras colapsadas.
Mientras los equipos de emergencia recorrían la zona en busca de desaparecidos, la ribera del campamento exhibía un cartel solitario que decía: “Jesús Wept” (“Jesús lloró”).
Para la familia de Lucy, la tragedia fue doble. Además de vivir la angustia de la evacuación, su casa en Kerrville quedó destruida. La crecida arrancó puertas, arrasó una bodega y destrozó la habitación de la menor con un árbol caído.
“Estamos acostumbrados a inundaciones, pero jamás imaginamos una pared de agua como esta”, dijo Wynne Kennedy, madre de Lucy y exempleada del campamento.
Pese a la devastación, Wynne confía en que tanto el paisaje como el campamento —que celebraría su centenario el próximo año— se recuperarán con el tiempo. “La belleza volverá”, afirmó.
La emergencia en Camp Mystic es solo una parte de una de las peores inundaciones que ha vivido Texas en décadas, con decenas de muertos, miles de evacuados y comunidades enteras aún esperando ayuda.
Visita nuestras secciones: Servicios e Internacionales
Para mantenerte informado sigue nuestros canales en Telegram, WhatsApp y Youtube