La negra Ugueto: Miro, bailo y siento el arte desde una perspectiva auténtica y amorosa

“Mi madre, de una manera inconsciente, se convirtió en mi modelo a seguir”

Viernes, 22 de agosto de 2025 a las 12:00 pm
La negra Ugueto: Miro, bailo y siento el arte desde una perspectiva auténtica y amorosa

En el mundo de la música afrovenezolana, de la danza y del folclore, Eileyn Ugueto Ugueto es conocida como “la negra Ugueto”. Su presencia (y su esencia) es sinónimo de venezolanidad, de ritmos caribeños, de amor por sus orígenes, de orgullo por su historia, de respaldo a lo hecho con pasión desde su gentilicio.

La manera en la que es reconocida también es el resultado de su crianza, en la que le inculcaron respeto y orgullo por su origen. Razón por la que cuando se dio la oportunidad de crear su marca personal, la palabra “negra” tomó un papel protagónico porque combinaba a los Ugueto que, desde el arte, el deporte y la pedagogía han dejado huellas a su paso.

Su amor por el baile surgió motivado por su madre, que durante su vida ha sido una referencia inmediata y transformadora, quien se ha convertido en un puente para que conozca personas, espacios, saberes y sonidos que se han quedado plasmados en su memoria de una forma poderosa y hermosa, lo que ha hecho que desarrolle un especial compromiso por el arte.

Pero su sed de conocimiento ha sido el combustible que le ha permitido transformar su pasión por estas tradiciones en un verbo de acción, que va más allá del hacer. Es así como, desde el entendimiento, aprendió a fusionar el movimiento, la historia y el contexto para que fuese traducido por los cuerpos y las intenciones de quienes viven la danza afro.

 

Z3D: ¿Qué significa para ti que el tambor sea “la voz ancestral de un pueblo”?

NU: Si deconstruyo esa frase, al referirse a la voz, me lleva a pensar en todos los mensajes codificados que comunican los cueros tanto entre sí como para quienes los rodean. Ancestral, pues, reúne la memoria viva y vivida que se transmite de una generación a la otra y que enlazada al ritmo es historia sonora de una localidad.

 

Z3D: ¿Hubo algún momento o encuentro que transformó tu manera de entender la danza afrovenezolana?

NU: En efecto. Siento que he pasado por dos momentos transformadores en mi andar por la danza. El primero al ser adolescente, pues fui madre, y mi primera decisión fue parar y cambiar a una vida convencional en mis estudios, trabajo y enfoque. Pero por recomendación de un amigo de la familia y artista (Ángel Palacios), me invitaron a participar en un ensayo de la Agrupación con Venezuela, quienes realizarían la fiesta de la tradición 2008 con el grupo Acanda de Falcón como invitados y fue un resurgir para mí como un ave fénix. Pasé de un desdén y una depresión profundos, a volver a vibrar por causa de esos cueros falconianos que me dieron la fuerza para reencontrar el ritmo que habitaba en mí. Tanto que esa variante del tambor es de mis preferidas e incluso con el tiempo logré bailar con varias agrupaciones de cultores de allá y guardo una hermosa relación con esos maravillosos portadores de tradición a quienes respeto profundamente.

El segundo fue al culminar mi ciclo en la Compañía Nacional de Danza. En el 2021 tomé la decisión de emprender por mi cuenta una ruta hacia la "Danza que me habita" y fue un antes y un después en mi carrera y mi ejecución. Mi conciencia despertó de una manera casi mágica y desde entonces hasta ahora considero que miro, bailo y siento el arte desde una perspectiva más auténtica y amorosa.

Z3D: ⁠¿Cómo influyó la figura de tu madre, la maestra Juanita, en la visión del arte como herramienta de resistencia y memoria?

NU: Mi madre, de una manera inconsciente, se convirtió en mi modelo a seguir. Desde su accionar ha formado parte de la historia de la danza tradicional venezolana, con aportes importantes como la investigación Acción y proyección; a través del grupo de docentes especialistas de Fundación del Niño, también en la Fundación Bigott; con grandes agrupaciones que cambiaron la perspectiva de la danza y la escena como el Grupo Cosecha, Así es mi pueblo o Nuevo grupo tambores de La Sabana, Yuruary, Sol Larense, Vasallos de la Candelaria; con innovación como Palenque son Karibe. En fin, figuras como la suya trazaron caminos variados y sólidos para que jóvenes como yo pudiéramos transitar por una danza sin dolor ni restricciones. Una danza que busca la felicidad, la fe o la conexión musical, historia, movimiento, más que los aplausos o la tarima. Una danza con raíces profundas y certezas absolutas de su valía.

 

Z3D: En tu metodología de enseñanza, ¿cómo conectas los movimientos del tambor con el sentido de pertenencia?

NU: Para mí es inseparable la identidad sonora de la identidad local-social-cultural. Cada ejercicio o situación de enseñanza-aprendizaje busca generar atención profunda a los detalles, datos y características que permitan a los sentidos captar la esencia de cada género y/o festividad que desarrollamos. Al ser puente de saberes más que una fuente de certezas con control y control del 1 al 8, logro vincular la realidad particular de cada participante con los objetivos de las clases. A su modo, desde su individualidad, nutrida por la colectividad y la acción grupal. Es hermoso verdaderamente y cambiante tal y como la tradición sugiere.

 

Z3D: ¿En qué nivel ha influido la danza afrovenezolana en tu entendimiento del país? ¿Cómo los conectas?

NU: Al ser una estudiosa incansable de la tradición afrovenezolana, su danza, su música y simbolismos, me he visto en la necesidad de comprender la historia de Venezuela, desde lo relatado hasta lo lógicamente posible. Lo que se asegura, lo que se debate... en contraste con el resultado que son nuestras prácticas artísticas.

Para mí existen hilos invisibles que al ojo curioso y amable se revelan y determinan una versión interesantísima de lo que llegó al país, lo que ya existía, la transformación de esto en acciones y prácticas que nos caracterizan.

Para mí la danza afrovenezolana es una hermosa muestra del recorrido histórico, de latidos de identidad que se niegan a dejar de existir y mutan frente al goce o las coyunturas.

Z3D: ¿Cómo percibes la evolución del reconocimiento hacia las mujeres en la danza tradicional venezolana?

NU: Creo que más que reconocimiento es visibilidad. Estamos en vías hacia la comprensión de nuestra identidad, aún lo afro en Venezuela está encontrando su espacio y su propio lenguaje y en el caso de la mujer, pienso que es fundamental continuar haciendo visible su participación y relevancia en cada una de las prácticas. Donde son protagonistas, donde son marginadas, donde son el epicentro y donde son cohibidas. Todo eso existe, es un importante y necesario asunto de estudio profundo en la danza y en todas las aristas del arte afrovenezolano, porque nuestras expresiones son más que movimiento. Es vestuario, preparación, música, alimentación, enseñanza y preservación, narrativa y más.

 

Z3D: ¿Cómo imaginas el futuro de la danza afrovenezolana en un país que vive redescubriendo sus raíces?

NU: Considero tambaleante el futuro de la danza afrovenezolana de raíz tradicional pues requiere de sistematización, interés y estudio para su preservación y lo que abunda lastimosamente es la ejecución sin bases.

Me atrevo a decir que existen más academias de baile comercial, que centros con difusión tradicional. Veo cómo en localidades de las costas, la juventud desconoce o deja de crear según códigos locales e imita lo que está en tendencia en redes sociales, sin constatar la autenticidad de ello, incluso, muchos de nuestros tambores son considerados la diversión de la hora loca de una fiesta.

No todo está desaparecido, eso me anima. Pero sí es importante para mí expresar mi preocupación porque se logre un escenario posible donde coexistan la tradición y la innovación. Viendo historias de éxito como la de Colombia, con el Festival Petronio Álvarez, o Brasil y sus diversas prácticas de preservación y creación original moderna. ¡Es posible, pero hay que hacerlo!

 

Z3D: Si pudieras resumir tu legado en una sola imagen o sonido, ¿cuál sería?

NU: Si pudiera resumirlo de ese modo, sería la portada del libro “Nuevo país de la danza”, de Banesco y la Fundación Artesano Group. En ella está la representación de la danza clásica, contemporánea y tradicional de manera igualitaria y aún más allá. El hecho de que yo esté allí con mi cabello afro suelto, mis pies descalzos y mis brazos al viento expresando felicidad por lo que soy y hago, sin juzgarme o querer transformarme. Siendo bailadora, tamborera, orgullosamente negra afrovenezolana. En fin, una imagen que me proporciona orgullo y motivación, y es lo que espero dar como referencia a quien lo pueda tener.

 

Por Wanda López Agostini
Fotos Cortesía
Coordenadas @negra.ugueto / @uguetotrenza

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