La enfermedad del hígado graso abarca según los expertos a un grupo de afecciones en las que se acumula exceso de grasa dentro de este órgano de personas que consumen poco o nada de alcohol.
Esta es una afección muy común “Se calcula que esta enfermedad afecta hasta un 20 por ciento de personas adultas y casi un 5 por ciento de niños. Se cree que la obesidad es la causa más común de infiltración de grasa en el hígado”, refiere American College of Gastroenterology.
¿Qué causa el hígado graso?
Expertos de la Clínica Mayo señalan que investigadores no saben con exactitud la causa de que se acumule grasa en algunos hígados y otros no. Pero, además, indican que “la enfermedad del hígado graso no alcohólico y la esteohepatitis no alcohólica están relacionadas con lo siguiente: genética; sobrepeso u obesidad; resistencia a la insulina, en la cual las células no absorben la glucosa en respuesta a la hormona insulina; diabetes tipo 2, a veces llamada nivel alto de la glucosa en la sangre o hiperglucemia; niveles altos de grasas, particularmente triglicéridos, en la sangre.
Esta combinación de problemas de salud puede contribuir a desarrollar un hígado graso. Sin embargo, algunas personas contraen la enfermedad del hígado graso no alcohólico sin tener ninguno de estos factores de riesgo”.
“Algunos expertos calculan que en Estados Unidos, alrededor del 66 por ciento de adultos obesos y hasta el 20 por ciento de niños obesos podrían tener hígado graso. Igualmente en Estados Unidos, cerca de 2 a 5 por ciento de las personas adultas y hasta 20 por ciento de gente obesa podría padecer la afección más grave de esteatohepatitis no alcohólica, aunque se desconoce la cantidad de niños que tendría esteatohepatitis no alcohólica”.
Condición silenciosa
Esta condición silenciosa es cada vez más común, pero, afortunadamente la alimentación y el estilo de vida pueden hacer la diferencia al iniciar el tratamiento luego del diagnóstico. En tal sentido, es esencial evitar algunos alimentos y priorizar otros, además de cuidar el sueño, el estrés y el peso.
“El doctor Javier Escalada, Director del Departamento de Endocrinología y Nutrición en la Clínica Universidad de Navarra, parte de la idea de que la dieta es un factor fundamental en el abordaje del hígado graso”, comparte el sitio web Hola.
Por otra parte, la ciencia respalda que algunas bebidas cotidianas pueden tener efectos positivos si se consumen con moderación. El café y el té, especialmente el verde, pueden tomarla con seguridad las personas con hígado graso, porque según numerosos estudios y ensayos clínicos, estas bebidas tienen efectos potencialmente beneficiosos para el hígado.
¡No más de esas tazas!
Gracias a los estudios realizados se puede concluir que el café es seguro, y su consumo se asocia a menor riesgo de progresión del daño hepático. “Se ha demostrado que reduce la progresión a fibrosis hepática, disminuye el riesgo de esteatohepatitis, puede reducir las transaminasas (ALT, AST) en algunos estudios y protege frente al desarrollo de carcinoma hepatocelular (especialmente en pacientes con fibrosis avanzada o cirrosis)”. Sin embargo, la dosis recomendada es de 2–3 tazas al día, preferiblemente sin azúcar ni nata.
Mientras que el té verde, el doctor indica que “contiene catequinas y antioxidantes que pueden ser útiles, y ha demostrado que reduce la grasa hepática (según estudios en humanos y animales), mejora el perfil lipídico y tiene efectos antioxidantes y antiinflamatorios. “Sin embargo, se recomienda evitar suplementos concentrados de extracto de té verde en cápsulas, puesto que en dosis elevadas pueden causar hepatotoxicidad, mientras que se recomienda la toma del té verde en infusión tradicional”, apunta.
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